Xina s’està apropiant de les illes en disputa al sud
Como en una partida de ajedrez cualquiera, China mueve sus peones para dominar el tablero. Ahora es el turno de los arqueólogos. Veinticinco de ellos han partido hacia las islas Paracelso, cuya soberanía se disputan China y Vietnam, en busca de barcos hundidos durante la época imperial de las dinastías Ming y Qing. El objetivo último de su misión es buscar pruebas para defender los derechos históricos del gigante asiático sobre estas islas y las aguas que las rodean.
La expedición, que zarpó el domingo del puerto de Qinglan, en la isla de Hainan, explorará durante 45 días el lecho marino en busca de pecios de barcos que naufragaron en esa zona desde mediados del siglo XIV hasta finales del XIX. Según la agencia Xinhua, la investigación se concentrará en el entorno de los deshabitados islotes de Jinyin y Shanhu, que forman parte del archipiélago de las Paracelso, que China denomina Xisha y Vietnam Hoang Sa.
Se trata de una misión con varios objetivos históricos, según explicó el responsable del equipo de arqueólogos, Zhao Jaiabin, al Diario de Hainan. "Pretende demostrar el protagonismo de la isla de Hainan como enclave importante en la ruta de la seda marítima, así como investigar más sobre el lecho marino de las cercanas aguas de las islas Xisha", indicó Zhao.
Pero el interés de Pekín por esta zona del Mar del Sur de China, donde también se hallan las islas Spratly -cuya soberanía se disputan varios países-, va más allá de la historia. También es estratégico. A través del dominio de esta zona, rica en recursos naturales, el gigante asiático persigue asegurarse la salida natural de su flota al océano Índico, así como el control sobre una ruta marítima por la que circula un volumen de comercio internacional con un valor del orden de 5 billones de euros anuales y por la que se abastece su voraz sector industrial.
Estos objetivos explicarían la persistencia de las autoridades china en buscar argumentos que demuestren que estas islas fueron utilizadas como escala o asentamientos temporales de sus marinos y por tanto pertenecen a China.
Pero las exploraciones arqueológicas no son la única vía que utilizan las autoridades de Pekín para recuperar lo que consideran sus aguas territoriales. Son sólo una pieza más. En los dos últimos años han puesto en marcha otra iniciativa mucho más agresiva y que intimida a sus vecinos. Han llevado a cabo una impresionante expansión en el Mar del Sur de China a través de la rápida construcción de islas artificiales en unos arrecifes en disputa con otros países.
La ofensiva es vista por los vecinos y por Washington como una demostración de sus ambiciones territoriales. Estados Unidos no ha tardado en reaccionar y su presidente, Barack Obama, acusó la semana pasada a Pekín de "usar su fuerza y sus músculos" para intimidar a los otros estados. "Creemos que la disputa se puede resolver por la vía diplomática. Solo porque Filipinas o Vietnam no son tan grandes como China no quiere decir que se les pueda echar a codazos", subrayó Obama.
El comentario del mandatario estadounidense se producía después de que la revista IHS Jane's Defence y luego el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CEIS) divulgaran unas imágenes captadas por los satélites estadounidenses que revelaban la expansión que China lleva a cabo en aquellas aguas. En apenas algo más de un año ha creado cinco islas de arena en lo que inicialmente eran unos arrecifes semi hundidos en el archipiélago de las Spratly. Unas islas cuya soberanía se disputan China, Filipinas, Vietnam, Malasia, Taiwan y Brunéi.
Una modificación de la situación en la zona que el Gobierno chino defiende sin ningún reparo. "Las construcciones están bajo total soberanía de China y son legales, y ningún país extranjero puede hacer comentarios al respecto", declaró la portavoz de Exteriores china, Hua Chunying, quien no escondió el propósito militar de estas construcciones. "Se trata de proteger la soberanía territorial, así como los intereses y derechos marítimos", indicó tras subrayar que las construcciones tendrán fines civiles "más allá de las necesidades de la defensa militar".
Se trata, en definitiva, de una política de hechos consumados por parte de Pekín, Una estrategia en la cual la búsqueda de barcos imperiales cargados de sedas, especias y porcelanas, que se hundieron siglos atrás, constituye una pieza más en el esquema de defensa de los derechos históricos del gigante asiático en el Mar del sur de China.
15-IV-15, I. Ambrós, lavanguardia