enèssim "acord de pau" amb la rebel·lió tuareg
Los pueblos del Sahel nunca han estado sometidos a los designios del reloj. De alma nómada, el paso del tiempo es algo relativo incluso cuando se camina hacia la paz. El fin de semana, tras ocho meses de negociaciones en la vecina Argelia, el Gobierno de Mali firmó un acuerdo preliminar con varias milicias sublevadas para poner fin al conflicto que azota el norte maliense desde hace tres años.
El primer paso es positivo -el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, calificó el acuerdo de "excelente noticia"-, pero está inacabado. Aunque acudieron a la ceremonia de la firma, los principales grupos rebeldes, de mayoría tuareg y reunidos bajo la bandera de la Coordinadora de Movimientos de Azawad, no refrendaron el texto y pidieron más tiempo para consultar con la población. No es un formalismo. Desde entonces, decenas de personas se han manifestado en varias ciudades del norte de Mali contra un acuerdo que tachan de "mascarada de Argelia".
El documento prevé dotar de más poderes y representación al norte, una fuerza regional y un plan de desarrollo especial para una región que históricamente se ha considerado olvidada. Pero el principal desencuentro es de poder: el norte quiere más.
Durante los días duros de la guerra, Musa Ag Asarid, portavoz del principal grupo tuareg, el Movimiento de Liberación Nacional del Azawad (MNLA), dijo a este diario que la solución al conflicto debía ser transversal. "Si no hay solución política, Mali no volverá a vivir en paz", advirtió. Ayer Ag Asarid criticó en Radio France el texto de Argelia. "No tiene en cuenta las demandas de la población de Azawad (...), no va suficientemente lejos y es desequilibrado, por eso no lo hemos firmado", dijo.
Bamako no cedió ni un milímetro en la unidad e integridad territorial del Estado; y no quiso ni hablar de autonomía o federalismo para el norte del país. El documento sólo cita Azawad, como llaman al norte de Mali los rebeldes, como "realidad humana" y subraya el carácter republicano y laico del Estado maliense.
En las últimas cinco décadas, el norte se ha levantado en armas cuatro veces para pedir la independencia o mayor autogobierno del sur. Pero desde el 2012, el deterioro de la situación había dejado una peligrosa zona sin control a merced de grupos yihadistas. Los grupos tuaregs proclamaron la independencia de Azawad, pero pronto su revolución fue secuestrada por los extremistas. La intervención militar francesa en el 2013 expulsó al desierto a los radicales. Desde entonces los combates continúan en el Sahel entre una amalgama de grupos que luchan por más derechos, reconocimiento histórico o Alá.
4-III-15, X. Aldekoa, lavanguardia