Los dirigentes rumanos jamás desaprovechan una oportunidad de contrariar a los sículos, la minoría magiar. La “guerra de las banderas” que han librado recientemente el Gobierno central y algunas alcaldías de Transilvania tan sólo es el último episodio de la tensión contra la minoría de origen húngaro que alimenta Bucarest.
En Francia, cerca de la frontera suiza, la cruz blanca sobre fondo rojo, la bandera del país vecino pero también vestigio del blasón histórico de Saboya, se encuentra en todas las esquinas y en algunas puertas.
En Rumanía, entre las murallas de la fortaleza medieval de Alba Iulia, construida hace cerca de 300 años por los austríacos, se produce “un golpe de Estado” cada semana, cuando se iza la bandera de los Habsburgo que la controlaban, así como la de los regimientos austriacos de artillería y de caballería. Muchas poblaciones de Transilvania han conservado, a veces incluso en los edificios oficiales, los viejos escudos de armas de la época en la que esta provincia pertenecía al Imperio austrohúngaro...
Ninguno de estos emblemas, ni ninguna de estas ceremonias reconstruidas por los historiadores en Alba Iulia han despertado la sensibilidad patriótica de los responsables rumanos, que miran con orgullo cómo ondea en otros lugares la bandera rumana por encima de la base militar de Mihail Kogalniceanu [en el sureste del país, cerca de Constanza], junto a la bandera estrellada de Estados Unidos.
Una "agresión simbólica"
En cambio, la exhibición de la bandera del País de los Sículos se considera una amenaza para Rumanía, porque pone en duda directamente su soberanía. Todos los libros de historia impresos después de 1918 nos enseñan lo malos que son los húngaros, las injusticias que han sufrido los rumanos de Transilvania cuando su capital estaba en Budapest, o incluso su resistencia a los húngaros que intentaban conquistarles. Todavía hoy, los niños rumanos sólo se quedan con la parte negativa de los húngaros en los libros de texto, algo que pueden verificar tranquilamente viendo los telediarios.
Los húngaros son siempre los culpables. Sin embargo, esta vez, la guerra de las banderas la ha iniciado el nuevo prefecto de centro-izquierda (el Partido Socialdemócrata) nombrado por el Gobierno de [Victor] Ponta y que dirige el distrito de Covasna: Codrin Munteanu hizo que se retirara la bandera sícula de su despacho, aunque el tribunal declarara la legalidad de su uso en noviembre 2012. Los colores del País de los Sículos son los mismos que los de la bandera de Covasna, azul y oro. Los húngaros han sufrido una "agresión simbólica", según el diplomático húngaro Nemeth Zsolt, secretario de Estado del Gobierno de Budapest, que instó a todos los alcaldes de Hungría a izar la bandera del País de los Sículos como gesto de protesta contra la política de Bucarest.
Desviar la atención
Aparte de las rencillas tradicionales entre Rumanía y Hungría, los Gobiernos de centro izquierda también tienen la costumbre de reactivar los nacionalismos de los dos bandos. No obstante, el escándalo diplomático no puede ocultar las subidas de impuestos en Rumanía, las enormes asignaciones del presupuesto del Estado a la iglesia ortodoxa rumana, el aumento del precio del gas o la subida de la inflación. Sencillamente, desvía la atención y da la impresión de que "los húngaros son los culpables" de lo que ocurre en el país.
Dentro de la Unión Europea, muchos dirigentes volverán a decir que Rumanía entró demasiado pronto en la Unión, no sólo debido a que no tiene ninguna prisa por erradicar la corrupción política, sino también porque realiza declaraciones que avivan las tensiones con sus vecinos...