Belfast obre una escletxa en el mur de l’odi
En Belfast, a pesar del proceso de paz y la integración de los antiguos terroristas de ambos bandos en la política cotidiana, todo sigue segregado: los barrios, los colegios, las compañías de taxis... ¡y hasta los parques! En el Alexandra Park del norte de la capital norirlandesa, un muro de acero de tres metros de altura separa los columpios católicos de los columpios protestantes.
Situado en uno de los barrios más conflictivos de la ciudad, el parque victoriano –que data de 1888 y fue nombrado en homenaje a la princesa Alejandra– tiene el dudoso honor de ser el único de Europa occidental dividido por una barrera para prevenir los enfrentamientos sectarios y religiosos que todavía están a la orden del día en el Ulster. El norte es republicano y ondean las banderas de Irlanda, el sur es unionista y ondea la Union Jack.
Ahora, en un experimento sociológico respaldado por los propios vecinos, se ha abierto una puerta en la barrera por primera vez desde que fue erigido en 1994, coincidiendo con el alto el fuego del IRA. "A nivel norirlandés es el equivalente de la caída del muro de Berlín", dice Sylvia Gordon, dirigente de la organización medioambiental Groundwork que ha persuadido a los residentes para que den una oportunidad a la polémica iniciativa.
Quizás sea una valoración un poco exagerada, pero en cualquier caso se trata de un pequeño pero importante paso en la normalización de Irlanda del Norte. Del terrorismo sólo quedan las acciones ocasionales de disidentes republicanos, pero las tensiones sectarias sigue siendo tan fuertes que aún existen 59 muros de la paz (un curioso eufemismo), de los cuales 49 se encuentran en Belfast. El del Alexandra Park es uno de ellos.
La puerta en el muro ha sido un gran acontecimiento ciudadano, con participación de políticos, vecinos y un grupo de niñas de colegios católicos y protestantes de la zona que por primera vez podrán jugar juntas en el parque y compartir los columpios, ya sea de un lado o del otro. "Es una ocasión muy importante porque lidiar con el pasado es uno de los grandes desafíos de Irlanda del Norte –dice el ministro de Justicia, David Ford–. Los residentes de Alexandra Park han dado un gran ejemplo de valor al abrir una brecha en lo que hasta ahora ha constituido un símbolo de división, segregación y odio".
Por el momento, y hasta ver cómo funcionan las cosas, las compuertas sólo se abrirán los días laborables entre las nueve de la mañana y las tres de la tarde. Habrá un periodo de prueba de 20 días. Fuera de este horario, el muro permanecerá cerrado para evitar los choques –sobre todo cuando cae a la luz y en periodos de vacaciones escolares– entre adolescentes católicos y protestantes que se divierten lanzándose piedras y cócteles molotov. Los optimistas confían en que la apertura de la verja permita combatir los prejuicios. Los escépticos pronostican que el experimento será un fracaso absoluto.
20-IX-11, R. Ramos, lavanguardia