Famoso por sus morbosos programas de televisión, el director de la cadena privada OTV fundó el año pasado su propio movimiento político, el Partido del Pueblo. A escasas semanas de importantes citas electorales, los sondeos le sitúan en muy buena posición y România Libera no oculta su preocupación.
De no haber existido ya, cualquier otra persona habría creado una formación con las aspiraciones y el perfil del Partido del Pueblo [PPDD, autoproclamado centrista, fundado por Dan Diaconescu en 2011]. A juzgar por los últimos sondeos y los buenos resultados electorales que estos auguran a la formación política del jefe de OTV [cadena de televisión privada muy de moda en Rumanía] esta formación política contaría con una intención de voto de entre el 12% y el 14%, una cifra superior a la del Partido Demócrata Liberal (PDL, en el poder).
El Partido del Pueblo se convertiría así en un actor ineludible en las negociaciones de traspaso de poderes de 2012 [las elecciones municipales se celebrarán el 10 de junio y las legislativas en noviembre].
Lo cual significa que hombres próximos a Diaconescu podrían acabar en puestos clave del gobierno. Pero, ¿quiénes son los líderes del PPDD? Fundamentalmente se trata de hombres de negocios de dudosa reputación, funcionarios corruptos, arribistas consagrados o personajes del mundo de la farándula.
Quienes gritan ganan las elecciones
Entonces, ¿cómo se explica el auge de este partido? Para responder a la pregunta debemos recordar unas palabras que Dan Diaconescu pronunció en 2009 durante una entrevista concedida al diario Gandul, en la que se pidió al director de OTV que desvelase la receta del éxito de su programa Oglinda TV [Espejo TV]. Según Diaconescu, en general, trataba de atraer a personas que hacían subir las audiencias. “Defínanos a esas personas…”, le pidió el periodista. “Las que gesticulan, gritan, hablan de forma grosera y cometen faltas, aquellas con las que los telespectadores se sienten identificados”, le espetó Diaconescu.
Las personas descritas por el productor de televisión eran entonces, y siguen siendo, en su mayoría personas que logran hacerse un hueco en la esfera pública rumana. “Las personas que gesticulan, gritan, hablan de forma grosera” son aquellas que, en general, ganan elecciones en Rumanía, se erigen en líderes de opinión o analistas, o supuestamente tienen algo que decir en este país.
Además, a lo largo del tiempo, el estudio de Diaconescu ha visto desfilar a personajes de la talla del presidente Traian Băsescu, el alcalde de Bucarest, Sorin Oprescu (partido de oposición de izquierda), Victor Ponta (PSD), Silviu Prigoană (el actual candidato del PDL al ayuntamiento de la capital) o la exministra de Turismo, Elena Udrea.
Así, con el paso del tiempo y alentado por el amor que le profesan tanto su público como sus invitados, Dan Diaconescu se ha convertido en un monstruo político. Su arresto por malversación de fondos en 2010 no pasó de un mero episodio en su carrera y, si echamos la vista atrás, parece además que éste ha contribuido a consolidar su imagen de mártir del pueblo.
Una de las criaturas más despreciables
Ahora, Diaconescu ya no puede tratarse con la misma facilidad de antaño. La tribuna del Partido del Pueblo rezuma nacionalismo demente y un sinfín de injurias y calumnias hacia sus adversarios reales o imaginarios que, en lugar de indignar, parecen incluso agradar a buena parte de la población.
El ascenso de Diaconescu recuerda al de Corneliu Vadim Tudor [líder del Partido de la Gran Rumanía y actualmente eurodiputado] que llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en 2000.
Pero la comparación no puede ser total. Aunque ambos deben el éxito de su partido a una parte considerable del electorado, a menudo inculto y frustrado, Dan Diaconescu también tiene el apoyo de una clase política que ha aupado al director de OTV con la esperanza de recoger al menos las migajas de su éxito.
En tales circunstancias, podría afirmarse que el Partido del Pueblo representa a una de las criaturas más despreciables de la sociedad rumana. ¡Y no parece casualidad que su escaparate se llame Espejo TV!