José María Mendiluce

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"El verde de los árboles es parte de mi sangre”. Esta frase es de Fernando Pessoa, y a José María Mendiluce, que evolucionó de la izquierda antifranquista al ecologismo poscomunista, le gustaba pronunciarla. Y es que José María, que estuvo muchos años en primera línea de la política, tenía también alma de poeta. Una difícil combinación.

Mendiluce ha fallecido en Barcelona a los 64 años, víctima de una enfermedad ósea degenerativa. Su compromiso social fue permanente. Y le llevó a emprender toda clase de aventuras políticas. Con éxito desigual. Seguramente, la lucha por el poder no es cosa de poetas. José María lo era sin forzar el verso, como parte de su personalidad. No era fácil verle ceñudo, ni cabizbajo. Sí, en cambio, sonriente, y entregado a la que fue en cada momento su última iniciativa. Un ser que ha vivido la vida con pasión y con entrega, intentando que no le faltara nunca el combustible de la rebeldía.

Quizá también por esa tendencia de su carácter, su evolución no fue exactamente lineal. Ahora llevaba tiempo apartado de la primera línea de la política, pero cuando estuvo en ella fue sobre todo en las cercanías del PSOE, partido con el que también tuvo profundas diferencias y en el que no llegó a militar nunca. Quizá porque la idea misma de la militancia no acababa de encajar en su trayectoria y su ideario.

La concepción que Mendiluce tenía de la política quedó reflejada en multitud de sus escritos, sobre todo artículos periodísticos. Aunque también se atrevió con la narrativa. Y con éxito, porque en 1998 quedó finalista del premio Planeta con la obra Pura vida.

Esa expresión, “pura vida”, tiene que ver con su modo de ser y con las últimas etapas de vida. El momento de inflexión en la trayectoria de Mendiluce se produjo cuando, en el 2003, fue candidato a la alcaldía de Madrid por Los Verdes-Izquierda Verde. Fue entonces cuando tuvo el choque más virulento con el PSOE, en cuyas listas al Parlamento fue incluido con anterioridad como independiente. La dirección socialista hubiera querido que Mendiluce se apartara del camino y no compitiera con Trinidad Jiménez como aspirante a la vara de mando municipal en la capital. Pero José María dio la batalla. Y eso le costó algunos disgustos. De entrada, logró unos resultados modestos –26.448 votos, el 1,55% de los emitidos–, pero además el choque con el PSOE le dejó cicatrices.

Josep Borrell, que tuvo a Mendiluce en el equipo que formó durante su etapa como líder ganador de las primarias socialistas, recuerda que esa experiencia de la carrera municipal dejó a José María con menos ganas de seguir dando batallas. Borrell paseaba ayer por París, en el prólogo de la cumbre del clima que comienza mañana en la capital francesa, cuando recibió la noticia del fallecimiento de su amigo. Y enseguida le asaltó el recuerdo de aquella expresión, “pura vida”, para evocar la figura de Mendiluce. Con esas dos palabras definen los costarricenses su estado de ánimo a poco que estén alegres. A la pregunta habitual, “¿cómo estás?”, lo más frecuente es responder “pura vida”. Y José María –subraya Borrell– lo fue siempre.

Mendiluce había hecho suya esa expresión hace muchos años, cuando viajó por primera vez a Costa Rica. Y allí, a Puerto Limón, puso rumbo cuando decidió dejar paso a otros en la dedicación prioritaria a la política. Borrell decía ayer que José María decidió retirarse después de haber sido un avanzado en muchos aspectos. Sobre todo, en su insistencia en sensibilizar a las fuerzas de la izquierda sobre la importancia de introducir en sus programas y en su gestión la preocupación por la conservación del medio ambiente. No es de extrañar que trabajase para el Alto Comisariado de la ONU para Refugiados (Acnur), que le llevó a mediar en Angola, la antigua Yugoslavia o el Kurdistán. Y siempre con espíritu rebelde. Otra de las frases predilectas de Mendiluce era de Camus. “Ya que no vivimos tiempos revolucionarios, aprendamos, al menos, a vivir el tiempo de los rebeldes”. El verbo vivir siempre a punto. Lo dicho, “pura vida”.

29-XII-15, J.M. Brunet, lavanguardia