Estat vaticà i sobirania de la Santa Seu

¿Cuál es la diferencia entre el Vaticano y la Santa Sede?

3 septiembre, 2024, EOM

La Ciudad del Vaticano es el territorio que acoge a la Santa Sede, que es la máxima institución de la Iglesia católica. Pese a no ser un Estado, la Santa Sede representa a la Iglesia católica a nivel internacional y ejerce su soberanía sobre el territorio del Estado vaticano

“Vaticano” y “Santa Sede” no son términos equivalentes, aunque se usen como sinónimos. El Vaticano es el Estado que alberga la Santa Sede, que es la institución que gobierna la Iglesia católica y está formada por el papa y la curia romana. El sumo pontífice es el obispo de Roma, el jefe del Estado vaticano y la cabeza de la Santa Sede al mismo tiempo. Tanto el Vaticano como la Santa Sede tienen un estatus internacional particular. Pese a no ser un Estado, la Santa Sede es el sujeto de derecho internacional que representa a la Iglesia católica en el mundo. Esto le otorga derechos y obligaciones análogas a los de los Estados, aunque no sea uno como tal.

La Santa Sede entabla relaciones diplomáticas con otros Estados, suscribe tratados o acredita a embajadores en nombre de la Iglesia católica. Además, forma parte de Naciones Unidas como miembro observador desde 1964. La Ciudad del Vaticano se limita a ofrecer el soporte territorial y temporal a la Santa Sede, que ejerce la soberanía de ese territorio. No obstante, el Vaticano no es el único territorio controlado por la Iglesia católica. La Santa Sede también aplica su jurisdicción sobre algunas áreas de Italia con derecho de extraterritorialidad, además de las nunciaturas repartidas por el planeta.

La Santa Sede: mucho más antigua que el Vaticano

La Santa Sede tiene una historia más extensa que la Ciudad del Vaticano. Sus orígenes se remontan a los inicios del cristianismo. Según la tradición católica, la sede apostólica de la diócesis de Roma fue establecida por san Pedro y san Pablo en el siglo I. Sin embargo, el estatus legal de la Iglesia romana y sus propiedades no se reconoció hasta el siglo IV, cuando el emperador Constantino autorizó la libertad religiosa en el Imperio romano con el Edicto de Milán del año 313. En el siglo VII la Santa Sede comenzó a ejercer la soberanía sobre un territorio, el ducado de Roma, bajo dominio del Imperio bizantino.

El ducado de Roma sentó las bases del primer Estado de la Iglesia. En el año 754, el rey franco Pipino el Breve derrotó a los lombardos, que reclamaban el ducado, y acordó con el papa Esteban II la donación de los territorios conquistados al ejército lombardo. De este modo, dos años después se establecieron los Estados Pontificios, que abarcaban las regiones italianas del Lacio, Umbría, Marcas y Emilia-Romaña. Los Estados Pontificios convirtieron a la Santa Sede en uno de los principales actores políticos de Europa y se mantuvieron vigentes hasta 1870, cuando fueron anexionados por el Reino de Italia.

La creación del Vaticano, clave para la Iglesia

La pérdida de los Estados Pontificios tras la unificación italiana dejó a la Santa Sede sin poder territorial por primera vez en más de un milenio. Durante medio siglo, el papado no reconoció la existencia del Estado italiano y se declaró “prisionero” dentro del Palacio Apostólico ubicado en la plaza de San Pedro. Asimismo, los pontífices promovieron la doctrina del non expedit, que pedía a los católicos italianos que no participaran en la vida política del nuevo país.

El conflicto entre la Iglesia católica y el Reino de Italia se solucionó con la firma de los Pactos de Letrán en 1929. Estos acuerdos evidenciaban la necesidad de entendimiento entre el entonces Estado fascista y la Santa Sede. Pese a los orígenes anticlericales del fascismo, Benito Mussolini buscaba el apoyo de las masas católicas y conservadoras para afianzar su régimen con una mayoría social anticomunista. De igual modo, el papado anhelaba recuperar un Estado propio que le permitiera ejercer su actividad política. Los Pactos de Letrán establecieron el reconocimiento de la Iglesia católica al Estado italiano. A cambio, Italia aprobó la creación del Estado vaticano y reconoció la independencia y la soberanía de la Santa Sede.

 

El fin de la cuestión romana permitió a la Iglesia católica abandonar su aislamiento internacional. Desde entonces, la Santa Sede ha expandido su actividad diplomática por todo el mundo, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II iniciado en 1962, que impulsó la modernización de la Iglesia. En la actualidad, la Santa Sede mantiene relaciones con 184 Estados, además de otros actores internacionales como la Unión Europea, la Liga Árabe y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El último en sumarse a la lista ha sido Omán, que estableció relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede en febrero de 2023.

David Gómez

Guadalajara, 1999. Doble grado en Relaciones Internacionales y Periodismo por la URJC. Ciencias Políticas en la Università degli Studi di Firenze. Apasionado de la geopolítica, el deporte y el cine.