pressió sobre les fronteres d’aigües al Bàltic i al Narva
El episodio transcurrió con la fugacidad y los giros propios de una montaña rusa. El pasado martes 21 de mayo, la agencia de noticias rusa Tass informaba de la existencia del borrador de un documento oficial del ministerio de Defensa que llamaba a revisar sus fronteras marítimas en el Mar Báltico. En cuestión de horas, los ministros de Asuntos Exteriores de Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia y Suecia, todos ellos integrantes de la OTAN que se verían afectados por este cambio, ya se habían puesto en contacto con Moscú exigiendo explicaciones. Las autoridades del Kremlin quitaron peso al asunto y, apenas un día después de su publicación, el documento de la discordia había desaparecido del portal del ministerio.
El fugaz episodio pasó relativamente desapercibido para la mayoría de Occidente, pero desató una reacción furibunda por parte de los estados nórdicos y bálticos, que ven en el incidente mucho más que un simple error. "Las acciones de Rusia son una provocación deliberada y selectiva para intimidar a los países vecinos y sus sociedades", afirmó el Ministerio de Asuntos Exteriores de Lituania en declaraciones a POLITICO. Incluso Alemania, un país que tiende a la prudencia en sus declaraciones sobre Rusia, advirtió que "parece ser otro ejemplo del pérfido tipo de guerra híbrida que Putin está practicando", en palabras de su ministro de Defensa, Boris Pistorius.
La eliminación del documento no cerró el capítulo de tensión. Unos días después de que desapareciera de la página del ministerio de Defensa ruso, las autoridades fronterizas de Estonia acusaron a sus homólogos rusos de retirar un conjunto de boyas en el río Narva, que marcan las líneas limítrofes entre los dos países.
Según la guardia fronteriza estonia, los funcionarios rusos retiraron 25 de las 50 boyas, muchas de las cuales habían sido colocadas en los últimos días para delimitar la línea que no deben cruzar los pescadores o navegantes. Eerik Purgel, funcionario fronterizo, dijo a Bloomberg que las boyas se distribuyen de una forma determinada para la temporada de verano por el aumento de los turistas, según un acuerdo de 2022 firmado entre los dos países. Purgel señaló que no fue hasta febrero de 2022, cuando Rusia inició su invasión a gran escala de Ucrania, que Moscú cuestionó la instalación de boyas, y añadió que las autoridades fronterizas se pondrán en contacto con sus homólogos rusos para discutir lo sucedido.
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"Rusia utiliza las cuestiones fronterizas como un medio para crear miedo y ansiedad. Abordaremos este incidente de forma sobria y equilibrada y, si es necesario, también en comunicación con socios y aliados", afirmó la primera ministra estonia, Kaja Kallas.
Por su parte, Josep Borrell, jefe de política exterior de la Unión Europea, describió el incidente fronterizo como inaceptable. "Es parte de un patrón más amplio de comportamiento provocativo y acciones híbridas por parte de Rusia, incluidas sus fronteras marítimas y terrestres en la región del Mar Báltico", subrayó en un comunicado. "La Unión Europea espera una explicación de Rusia sobre la retirada de las boyas y su devolución inmediata", afirmó. Hasta el momento de la publicación de este artículo, el Kremlin no ha hecho declaraciones sobre el asunt
"La Unión Europea espera una explicación de Rusia sobre la retirada de las boyas y su devolución inmediata"
Retirar las boyas justo después de que saliera a la luz el borrador de un documento oficial del Kremlin parece ser un movimiento orquestado. La propuesta, ahora desaparecida, consistía en revisar las coordenadas que sirven como puntos de partida para medir el ancho de la zona marítima de Rusia en el Mar Báltico, ya que, según el Ministerio de Defensa, el reconocimiento soviético de estos límites en 1985 se realizó utilizando cartas náuticas de mediados del siglo XX que no reflejaban correctamente la latitud y longitud.
El documento no especificaba cómo se alterarían exactamente las fronteras, pero sí que el cambio afectaría a las islas en el Mar Báltico, particularmente en el Golfo de Finlandia, además de a las aguas alrededor del enclave ruso de Kaliningrado. La propuesta indicaba que las consultas públicas se realizarían hasta el 4 de junio y que el cambio se implementaría en enero de 2025.
Más allá de un tema fronterizo
Después de que estallara el escándalo y poco antes de que el documento fuera eliminado del portal del ministerio ruso, el portavoz del Kremlin Dmitry Peskov aseguraba que la iniciativa "no tiene nada de político", aunque dejaba caer que el creciente choque con Occidente ameritaba esta revisión. "Se ve cómo aumentan las tensiones, cuál es el nivel de confrontación, especialmente en la región del Báltico. Por supuesto, esto requiere que nuestras agencias pertinentes tomen las medidas adecuadas para garantizar nuestra seguridad", declaró a la agencia Tass.
Según los expertos, el interés de Rusia por aclarar las fronteras marítimas va mucho más allá de un tema legal. "Es solo uno de una serie de incidentes que marcan una grave escalada de tensiones en la región", señala Rinna Kullaa, especialista en cuestiones de política exterior rusa en la Universidad de Tampere en Finlandia, a France24. Para Kullaa, que este documento haya salido a la luz precisamente en este momento no es casualidad.
"El interés de Rusia por aclarar las fronteras marítimas va mucho más allá de un tema legal"
Por un lado, podría interpretarse como una venganza por propuestas de países como Finlandia, que ha apostado por una ley que endurezca los controles en la frontera del país con Rusia. Por el otro, este último capítulo de tensiones ha llegado en el marco de las advertencias de líderes occidentales sobre una posible escalada entre Rusia y la OTAN si Ucrania pierde la guerra. Desde las primeras señales de alerta, el Kremlin ha estado en el punto de mira por otras acusaciones, como la interferencia de señales de GPS en Kaliningrado.
En este sentido, Basil Germond, especialista en cuestiones de seguridad marítima de la Universidad de Lancaster, apunta que uno de los objetivos de presentar y retirar el borrador del documento del ministerio de Defensa ruso puede ser aumentar "la presión política en la región, para calibrar la respuesta de la OTAN".
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La confrontación entre el Kremlin y la alianza ha llegado a su punto máximo desde el final de la Guerra Fría a raíz de la invasión rusa a gran escala de Ucrania en febrero de 2022. Una guerra fundamentada en el tipo de argumentos históricos revisionistas —que la nación ucraniana no existe y que pertenece a Moscú— que los países de Europa del Norte y Oriental prevén que Vladímir Putin vuelva a esgrimir en un futuro para expandir su territorio. Es este contexto el que llevó a Finlandia y a Suecia a dar el paso de unirse a la Alianza atlántica. También el que provoca que cualquier declaración rusa sobre un cambio de fronteras, por escondida que esté, haga saltar todas las alarmas en la región.
"No es sorprendente que el Gobierno ruso quiera volver a los límites marítimos negociados en 1985, durante el período de distensión", afirma Jeff Hawn, especialista en Rusia de la London School of Economics. Moscú, por el contrario, niega cualquier conflicto fronterizo. La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zakharova, afirmó que Rusia simplemente está trabajando para "aclarar" la frontera y quitó hierro a las alertas que provenían de los países bálticos.
"Esos tiempos de paz se han acabado"
Esta misma semana, el comandante en jefe de las fuerzas armadas suecas advertía que Putin tiene la intención de controlar el Mar Báltico y que, concretamente, "tiene ambos ojos" puestos en la estratégica isla de Gotland, que pertenece a Suecia y está situada en el centro de este mar.
En declaraciones al portal de noticias alemán RND, el General Micael Byden afirmó que la invasión rusa de Ucrania ha obligado a Suecia a incrementar de forma masiva su presencia militar en la isla. "Hubo tiempos en los que reducimos nuestra presencia militar en Gotland a tal punto que solo teníamos una fuerza de defensa voluntaria. Esos tiempos de paz se han acabado", aseveró. "Quien controla Gotland, controla el Mar Báltico (...) Nosotros defenderemos la isla y podemos usarla para operaciones ofensivas si es necesario", agregó.
Los petroleros rusos frente a la costa de Gotland se han convertido en un motivo de preocupación para Suecia. En total, cerca de 1.400 barcos están fuera del sector marítimo oficial, pero, como no supone una fuerza armada, la OTAN tiene un poder limitado para actuar. Una de las opciones que se barajan es incluir a esta flota en el nuevo paquete de sanciones europeas contra Rusia. Mientras tanto, Suecia no le quita ojo a Gotland. "El Mar Báltico no debe convertirse en el patio de recreo de Putin donde aterroriza a los miembros de la OTAN", advirtió Byden.