la Xina, el nou amic de les Maldives

Mohamed Muizzu exhibe drones turcos para sustituir a la fuerza aérea india en labores de vigilancia

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Aunque el nuevo presidente de las Maldivas, Mohamed Muizzu, se estrenó con una visita a Turquía, el 10 de enero fue recibido ya en Pekín por el presidente Xi Jinping. Su lema de campaña había sido "Fuera la India". 

Reuters

La India empezó la semana pasada la retirada del centenar de tropas destacadas desde hacía varios años en las Maldivas. Este domingo, un comunicado conjunto del grupo de trabajo bilateral, firmado en Malé, confirmó que 25 soldados indios han sido replegados y sustituidos por civiles en el atolón de Addu, el más meridional del archipiélago. El resto de militares deberán ser evacuados antes del 10 de mayo, según el compromiso adoptado con Mohamed Muizzu, el nuevo presidente maldivo. 

Muizzu ganó las elecciones presidenciales del año pasado bajo el lema "Fuera la India". Su predecesor, Ibrahim Solih, había alcanzado el poder con un lema de signo contrario, "La India primero". Tanto es así que este último cedió al ejército indio la antigua base aeronaval británica de Addu, al sur del Ecuador, como centro de operaciones de un avión y  dos helicópteros de vigilancia marítima, con sus respectivas dotaciones. No menos de 87 soldados y 12 enfermeros y médicos castrenses.

 

Mientras tanto, el primero se ha ganado a pulso el calificativo de "prochino" con que le bautizó la prensa india, que era toda elogios para el segundo. Este mismo mes, a cinco días de la cuenta atrás para evacuar al personal militar indio -10 de marzo- Malé informó de la firma de un "acuerdo de asistencia militar" con Pekín, sin entrar en detalles, más allá de que sería "gratuito" para las Maldivas. China lo rubricó con el obsequio de una docena de ambulancias eléctricas, ese mismo día. 

Este mismo domingo, el presidente Muizzu proclamaba que ningún país va a vigilar las aguas territoriales de Maldivas en su nombre. Una labor descomunal, para un país con más de un millar de islas y atolones. La gran mayoría están deshabitados y el medio millón de habitantes viven apiñados en menos de 300 kilómetros de tierra firme, apenas por encima del nivel del mar. Repartidos, eso sí, entre unas aguas territoriales que  suman cerca de un millón de kilómetros cuadrados. 

La susceptibilidad de India se ve alimentada por el obvio interés de China por aumentar su influencia en lo que Nueva Delhi considera su vecindario. La semana pasada, una delegación del Ejército Popular de Liberación realizó una gira por tres países de su órbita: Nepal (donde el maoísta Prachanda vuelve a estar en el poder), Sri Lanka (donde India ha recuperado terreno) y las propias Maldivas. En la capital, Malé, los militares chinos reiteraron su apoyo a la soberanía e independencia del archipiélago.

En cualquier caso, el reajuste en el Océano Índico no pilla a a la India a contrapié. La semana pasada, la armada india inauguró su base naval en la isla de Minicoy, 130 kilómetros al norte del atolón maldivo más cercano, destacando allí uno de sus buques de guerra. Minicoy, donde se pesca el mejor atún de India, tiene un gran interés estratégico, aunque sus lazos con el resto del país e incluso con el resto del archipiélago de las Laquedivas -al que pertenece administrativamente- son recientes. Aunque también son musulmanes, los nativos de Minicoy no hablan malabar -una de las cuatro grandes lenguas del sur de India, hablada también por los laquedivos- sino maldivo o divehi, un idioma de filiación completamente distinta. La segunda base naval laquediva servirá "de ojos y de oídos" para India, que está condicionando también su aeropuerto para uso militar. 

Océano Índico

India compensa el revés con nuevas bases en las Laquedivas y en Mauricio

Pero la previsión de India ha ido más allá de su propio territorio. El mes pasado su armada inauguró otra modesta base naval y aérea levantada con la autorización de Mauricio en la isla septentrional del archipiélago de A Galega (que efectivamente, significa La Gallega). Una compensación al intento de contar con una base de operaciones en la remota isla de la Asunción, que se frustró por un cambio de gobierno en las Seychelles. 

La mayor receptividad de Mauricio tiene que ver tanto con el origen indio de la inmensa mayoría de su población como con la decepción de su gobierno porque el Reino Unido sigue haciendo oídos sordos a su reclamación de devolución de las Chagos y otras islas del Índico pendientes de descolonización. Todas ellas fueron vaciadas hace medio siglo de su población de origen africano. Al poco tiempo, una de ellas, Diego García, fue acondicionada para albergar, hasta hoy, una importante base estadounidense. 

La prensa india tiende a ver traiciones geopolíticas en muchas de las decisiones de sus vecinos, pero estas obedecen a menudo a razones estrictamente prácticas y de interés crematístico. Para explicar el cambio de rumbo de las Maldivas hay que tener en cuenta que la cooperación de China había completado varios proyectos críticos, como el Puente de la Amistad que une la isla de Malé con la del aeropuerto y con la isla de Hulhumalé. Este no era el caso de otros proyectos indios, con la notable excepción de su propio centro de control marítimo, en la antigua base británica de Addu.  A todo ello hay que añadir la poderosa arma de los tour operadores chinos, sujetos a la luz verde, ámbar o roja que les dé Pekín, según sean las relaciones bilaterales. 

En cualquier caso, en un intento no muy convincente de desmentir que una mayor independencia respecto a India no se traduce automáticamente en dependencia de China, Mohamed Muizzu presentó la semana pasada los primeros drones maldivos de vigilancia marítima. Se trata de tres  Bayraktar TB2 de fabricación turca, obsequio de Ankara. 

Cabe señalar que las Maldivas celebrarán elecciones para renovar su Parlamento  dentro de un mes. No es descabellado pensar que India contemple un resultado claramente adverso para el partido de Muizzu -a la postre, exalcalde de Malé- como última oportunidad de ralentizar, frenar o revertir su salida militar del archipiélago. 

También es cierto que los medios de comunicación de masas de Nueva Delhi y Bombay -cuya pluralidad se ha reducido enormemente en los últimos años- compiten por cualquier historia que alimente el conflicto de intereses entre India y China. Hace un par de meses, estos crearon una tormenta en un vaso de agua por el tuit de una ministra maldiva, al hilo de la invasión israelí de Gaza, en el que tildaba a Narendra Modi de "payaso" y "títere de Israel", por ponerse de perfil. 

La ministra, Mariyam Shiuna, fue suspendida. Pero el daño ya estaba hecho. En pocos días se puso en pie una campaña con apoyo de Bollywood para boicotear el turismo indio en las Maldivas, así como renovados intentos de promover a las Laquedivas como alternativa. En la misma línea que la campaña "Cásense en India", patrocinada por Narendra Modi y que habría convencido a uno de sus dos magnates predilectos, Mukesh Ambani, a celebrar en Guyarat y no en las Seychelles, Dubái o Estambul, el apoteósico banquete prenupcial de su hijo, hace unos días, con Bill Gates, Mark Zuckerberg o Rihanna entre los invitados. A un tiro de piedra, la mayor refinería del mundo, propiedad de Ambani, con la que está haciendo su agosto con el refinado y reventa a Occidente del petróleo ruso que adquiere con descuento.

Wang Yi

El primer ministro de Exteriores de China pisa Australia después de siete años

El propio Narendra Modi se enfrentará al veredicto de las urnas -en realidad, su partido, en un sistema parlamentario como el español- en breve. Este fin de semana se han dado a conocer las fechas de celebración de las elecciones legislativas indias, que se desarrollarán de forma consecutiva en sus distintos estados, en siete fases, entre el 19 de abril y el 1 de junio.  

Mientras tanto, ayer mismo, Wang Yi empezaba el primer viaje oficial de un ministro de Exteriores de China a Australia en siete años, periplo que también le llevará a Nueva Zelanda. Las tensiones sino-australianas se exacerbaron durante el tiempo en que coincidieron Donald Trump en la Casa Blanca y el conservador Scott Morrison en Canberra. Pero la onda expansiva les ha sobrevivido en los Mares del Sur. Coincidiendo con la gira de Wang Yi, Fiyi manifestó ayer mismo que reanuda la cooperación policial con China, que había sido paralizada durante un año por presiones de Australia. 

Las Fiyi son un mundo aparte, cuya vida política está marcada, precisamente, por la rivalidad entre la población nativa del Pacífico y los descendientes de la inmigración india (que allí juega el papel mercantil que en lugares no demasiado lejanos ejercen los chinos). 

El desapego maldivo, en cambio, sí que puede ser interpretado como síntoma de un fenómeno más profundo. La dificultad de esta India, bajo Narendra Modi, para capitalizar las simpatías del Sur Global, incluso en un momento como el actual, de desprestigio de Occidente por el belicismo en Ucrania y la pasividad en Palestina. La India de Modi -cuyo partido, el BJP, ha perfeccionado el uso de la islamofobia como arma electoral- no ha tenido ningún problema en dejarse arrebatar por China, no solo la bandera de la causa palestina, sino también la de la paz. Si las consecuencias de esta dejación en el Sur Global son graves, en el mundo árabe y musulmán son casi irreparables. Gandhi se revuelve en los cielos. 

Pero todo tiene un precio. El magnate más en deuda con Modi -y viceversa- Gautam Adani, se hizo con la adjudicación del puerto israelí de Haifa. Lástima que el proyecto para el que este tenía sentido, el Corredor Económico Europa-Oriente Medio-India, salga terriblemente magullado de las últimas matanzas dentro y fuera de Gaza. En su diseño bruselense, el corredor India-Europa (por abreviar) buscaba a Israel, tanto como evitaba a Turquía o Irán (además de Armenia). Pero la cooperación entre Israel y Arabia Saudí, necesaria para el proyecto -cuando no su objetivo último- volverá al congelador por tiempo indefinido. 

Para un chovinista hindú como Narendra Modi, para el que el mundo empieza y acaba en Bharat -la India de las escrituras sánscritas- se trata de un peaje más que aceptable. Para él, para el BJP y para el RSS -su matriz supremacista hindú- el verdadero premio era y es mantener los resortes del poder en el país más poblado del mundo. 

(Abajo, una serie de tuits de Narendra Modi animando a sus compatriotas a decantarse por las Laquedivas , que desencadenó reacciones viscerales de varios miembros del gobierno de las Maldivas, luego desautorizados)

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