Imran Khan guanya les eleccions des de la presó; l’ISI en escac



Shocking Opposition Victory Throws Pakistan Into Chaos

The party of Imran Khan, the jailed former prime minister, took the most seats, surprising the country’s military rulers and creating a political crisis.   10-2-24, The New York Times

Imran Jan gana las elecciones en Pakistán pero Nawaz Sharif podría gobernar

Un escrutinio interminable y bajo sospecha

La cúpula militar animará a la Liga Musulmana a reeditar la coalición con el Partido Popular de los Bhutto

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Los candidatos fieles a Imran Khan, que tiene raíces pastunes, han arrasado en Jaiber-Pajtunua, sobre todo en las elecciones al la Asamblea provincial, que dominarán de forma apabullante. En la foto, una concentración de simpatizantes en Peshawar protesta por lo que consideran un retraso fraudulento del escrutinio, con el único objeto de privar al PTI de la de la mayoría en la Asamblea Nacional.

BILAWAL ARBAB / EFE

El excapitán de la selección de críquet y exprimer ministro debía ser un cadáver político, tras seis meses entre rejas. Sin embargo, la sucesión de condenas de cárcel, a pocos días de los comicios, en vez de rematar a Imran Jan, ha aumentado la determinación de sus simpatizantes.

Un país a ciegas

Alegaciones de fraude tras varios parones en el recuento y un cambio de tendencia

 

Un aparente revés para Nawaz Sharif, que confiaba en recibir una cuarta oportunidad para gobernar en  Islamabad, con la bendición del Cuartel General en Rawalpindi. Sin embargo, dicha posibilidad no puede ser descartada, de la mano de una coalición o reparto de poder con el PPP, que sería la tercera fuerz más votada. 

Porque si el PTI no pudo competir en pie de igualdad durante la campaña y durante la jornada electoral, también estaría siendo  perjudicado durante el escrutinio con todo tipo de tretas, según sus militantes. Estos han visto como las estimaciones con voto real de las televisiones, que les daban la mitad o más de los escaños, se han reducido drásticamente a medida que, veinticuatro horas  después, el conteo continúa y la atribución de escaños oficial avanza con cuentagotas. 

Cuando se acaba de rebasar el meridiano de escaños, 62 han sido conquistados por "independientes" (casi todos ellos, militantes del PTI de Jan), 46 para la PML-N de Sharif y 39 para el PPP de los Bhutto. Antes de llegar aquí, un día entero de incomprensibles parones en el recuento, apagones y cambios de signo, que aumentan las alegaciones de manipulación de resultados, incluso por encima de lo habitual en Pakistán.

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El carismático Imran Jan, de 71 años, excapitán de la selección de críquet, sigue entusiasmando a muchos hombres, sobre todo jóvenes, como el de la imagen, en Pesahwar, la capital pastún.

BILAWAL ARBAB / EFE

Incluso un exprimer ministro bajo las siglas de la Liga Musulmana, Shahid Khaqan Abbasi, tuiteaba ya de madrugada que "el pueblo de Pakistán ha hablado alto y claro. Cualquier intento de manipular su mandato resultará en un caos insoportable". Una referencia al precio a pagar en caso de robarle la victoria al PTI de Jan, pese a las evidencias a pie de urna de que sus candidatos "independientes", aún con todo el sistema en contra, habrían sido los más favorecidos por el electorado. 

La bolsa de Karachi, que ha abierto con pérdidas de más del 3%, pierde ahora un 2%, ante las dificultades que se avistan para un gobierno de coalición encabezado por Nawaz Sharif, que era la salida a la crisis patrocinada por el establishment.

Siglas prohibidas

Aluvión de diputados "independientes",  en realidad afiliados al partido vetado de Jan

 

Una apuesta que pasaba por prohibir las siglas del partido con mayor apoyo en las encuestas y encarcelar a su líder y a sus figuras más notorias, como el exministro de Exteriores, Shah Mehmud Qureshi. Para más inri, a lo largo de toda la jornada electoral hubo un apagón en los servicios de móvil y, en gran medida, de internet. Ostensiblemente por motivos de seguridad, pero de forma no declarada, para prevenir movilizaciones. Millones de personas que esperaban un sms para conocer el mismo día su colegio electoral se quedaron a ciegas.

Mientras tanto, el canal de televisión GEO, que tras algunas horas de escrutinio daba la mayoría parlamentaria a los "independientes" del PTI, les atribuye ahora 74 escaños más o menos seguros, por 49 de la PML-N y 39 del PPP, teniendo en cuenta aquellos ya depurados. 

Atribución provisional de GEO TV

74 escaños para el partido de Imran Jan, 49 para Nawaz Sharif y 39 para Bilawal Bhutto

 

Si se confirmara la imposibilidad de un gobierno del PML-N de los Sharif, el plan B de los militares sería una coalición lo más amplia e inestable posible, a fin de reforzar su papel rector en las grandes líneas políticas, singularmente en relación a India, Estados Unidos, Afganistán y China. Facilita el pacto entre PML-N y el PPP -que ya se dio desde la defenestración de Imran Jan, en abril de 2022, hasta agosto del año pasado- la división geográfica de su voto. Concentrado el primero en el Punyab y el segundo en Sind. El gran resultado del  joven ministro de Exteriores durante la pasada legislatura, Bilawal Bhutto Zardari (PPP), lo convierte en un actor a tener en cuenta de cara al futuro. 

Según las autoridades castrenses, durante el día hubo medio centenar de atentados terroristas, cerca de la frontera afgana, con el resultado de una docena de muertos, diez de ellos miembros de las fuerzas de seguridad. Durante décadas, los objetivos de seguridad han prevalecido sobre los de democracia y desarrollo, con avances y retrocesos en uno y otro campo. 

Todos los países tienen un ejército, pero solo el ejército de Pakistán tiene un país. A este dicho con décadas de historia habría que añadirle que hay método en su locura. En los comicios anteriores, en 2018, esta pasaba por encumbrar al legendario deportista Imran Jan, mientras se mantenía en la cárcel al empresario y tres veces primer ministro Nawaz Sharif. Cinco años y medio más tarde, pasa por elevar a Sharif mientras se mantiene bajo siete llaves -y casi tantas condenas- a Jan.

Sin embargo, este plan queda tocado -aunque no abortado- en las urnas. Casi dos años después de la polémica moción de censura contra Imran Jan -calificado con razón como líder populista- la situación económica y financiera del país en lugar de mejorar se ha degradado, como lo han hecho sus instituciones. 

Del palacio a la cárcel

Nawaz Sharif e Imran Jan han intercambiado su papel de hace cinco años

 

Imran Jan empezó a escribir su epitafio, sin saberlo, el día en que decidió relevar al general Asim Munir como jefe del ISI -principal servicio de inteligencia pakistaní- al cabo de solo ocho meses. En su lugar colocó a Faiz Hameed, al que tuvo la osadía de mandar a Kabul a organizar el gobierno talibán cuando no habían pasado ni dos semanas desde la salida del último marine.  "Los afganos han roto las cadenas", llegó a manifestar Jan, alineado con el sentir de muchos pakistaníes. 

Aunque esa y no otra había sido la política de las Fuerzas Armadas de Pakistán desde que contribuyeran a crear a los talibanes, treinta años atrás, explicitarlo ponía en una situación comprometida tanto al jefe del ejército, general Bajwa, como a sus socios occidentales. Cuando Imran Jan quiso prorrogar el mandato de Hameed -como si su potestad de elegir al jefe del ISI fuera real y no ficticia- chocó con Bajwa, que evidentemente, se llevó el gato al agua. Cuatro meses después de caer su jefe de inteligencia, era el mismo Jan quien era apeado del poder, en una moción de censura que se puso en movimiento tan pronto como regresó del Kremlin, el mismo día de la invasión de Ucrania. 

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Imran Jan, presente solo en cartel, en las celebraciones de hoy, ya que se encuentra encarcelado tras haber sido condenado por varios cargos. "Una persecución política", en opinión del exprimer ministro, y a juzgar por la votación de ayer, también en opinión de decenas de millones de pakistaníes. 

K.M. Chaudary / AP/LaPresse

Su sustituto, Shehbaz Sharif -hermano menor de Nawaz y exjefe de gobierno del Punyab- demostraría astucia al nombrar como nuevo jefe del ejército, al terminar el turno de Qamar Javed Bajwa, al citado general y superespía Asim Munir, alguien que de joven había memorizado el Corán de cabo a rabo y que tenía  cuentas pendientes con Imran Jan. A sabiendas de lo que se avecinaba, Hameed pidió la jubilación anticipada inmediatamente. 

Imran Jan, por su parte, tenía por delante un atentado con una bala en la pierna, un arresto ilegal -que desencadenó una ola de violencia contra instalaciones militares- y otro que parecía definitivo, desde agosto pasado, con tres condenas que suman 31 años de cárcel, por cargos ridículos, sustanciadas hace apenas una semana.

Shehbaz Sharif, al frente de un gobierno de coalición con el Partido Popular de los Bhutto, nombró a Asim Munir y, en justa correspondencia, Munir debía supervisar que el poder civil volviera -ostensiblemente- a las manos de su hermano mayor, Nawaz Sharif. Un guión que podría haber sido alterado, más que desbaratado, este jueves, tras muchos meses de alta tensión. 

Nawaz Sharif, un empresario con un pie en el Punyab feudal, empezó su carrera política como alevín político del dictador Ziaul Haq. Luego fue el primer ministro menos malo, para los militares, durante su alternancia, dos veces interrumpida, con Benazir Bhutto . Ambos experimentaron cárcel y exilio, penitencia reservada en Pakistán para los civiles, como si la corrupción fuera un vicio ausente en sus cuarteles y urbanizaciones  valladas. 

Ella, además, terminó muerta en atentado al poco de regresar, en la campaña de las elecciones en las que el general Musharraf empezaba a ceder el poder.

 Desde entonces, ningún general ha vuelto a ocupar el primer plano. Pero entre bambalinas, nunca se han marchado. Este jueves, la rueda de la fortuna debería haber señalado a Nawaz Sharif. En Pakistán todo el mundo sabe que no son solo los votos los que la hacen girar. Pero al parecer, los votos todavía cuentan. Aunque, quién los cuenta y cómo los cuenta sea algo que los pakistaníes van a poner en cuestión durante los próximos días. 

266 escaños en juego

Una república islámica en crisis

Organizar unos comicios en un país con la demografía de Pakistán supone un reto mayúsculo, aunque el gobierno interino haya tenido seis meses para ello. Además de votar a los 266 representantes de libre elección en la Asamblea Nacional -con menos escaños que el Congreso de los Diputados español, aun sumando los escaños reservados para mujeres y minorías, adjudicados por el presidente- los pakistaníes han votado a los diputados de sus cuatro asambleas provinciales, en Punyab (donde PML-N y los "independientes" se habrían repartido los escaños casi a partes iguales), Sind (donde habría arrasado el PPP), Beluchistán (con un reparto casi equitativo entre "independientes", PML-M y PPP) y Jaiber-Pajtunja (donde quien arrasa es Imran Jan). 

Como es sabido, tres cuartos de siglo después de su independencia, Pakistán es el único país musulmán en posesión de la bomba atómica. Pero las perspectivas de futuro son pobres para la inmensa mayoría de sus doscientos cuarenta millones de habitantes, la mitad de ellos, menores de veintiún años. La titubeante democracia pakistaní, maniatada por su ejército, obsesionado con India, ha decepcionado a sus hijos. De hecho, hasta el antiguo Pakistán Oriental, hoy Bangladesh, que era la mitad pobre del país, ofrece indicadores sociales y económicos bastante más halagüeños.

Khan’s party shocks in Pakistan

Candidates aligned with the party of the imprisoned former Pakistani prime minister Imran Khan won the most seats in Pakistan’s parliamentary elections, despite the military’s efforts to suppress support.

The stunning performance humiliated the country’s powerful generals, upended most political forecasts and created a political crisis. Now, uncertainty looms large.

Khan’s supporters are electrified. But they are also enraged by what they call blatant rigging, and are challenging dozens of results. Protests have erupted and many more are planned as pressure grows on the country’s Election Commission to acknowledge widely reported irregularities in the vote counting.

Khan’s supporters are also bracing for the possibility that other parties may ultimately lead the government. Preliminary results suggested that his supporters did not score a full majority, and that they would need to form a coalition to rule. The military’s preferred party — the Pakistan Muslim League-Nawaz, led by former Prime Minister Nawaz Sharif — is exploring ways to take control through alliances.

The military: The wave of discontent with the meddling in politics will most likely put pressure on the army chief, Gen. Syed Asim Munir. He must now decide whether to reconcile with Khan or force a coalition of Khan’s opponents, one that many believe would be weak and unsustainable.

The campaign: From behind bars, Khan rallied his supporters with speeches that used A.I. to replicate his voice, tapping into an internet-savvy youth bulge that is rewriting the country’s politics.

nytimes

People holding flags and photos of Imran Khan gather and chant slogans during a protest.
Supporters of Imran Khan have lodged complaints of vote rigging in hopes of increasing their lead. Fareed Khan/Associated Press

The Washington Post · Rick Noack, Shaiq Hussain i Haq Nawaz Khan

Islamabad, Paquistan. Les eleccions generals del Paquistan han fet un tomb sorprenent després d’haver tret els candidats afiliats al partit del dirigent opositor empresonat Imran Khan un resultat molt per sobre de les expectatives, segons els resultats oficials provisionals que encara no s’han acabat de comptar del tot.

Aquesta matinada, dels 264 escons que es decidien en aquestes eleccions, els partidaris de Khan en tenien 93, el partit del primer ministre, 73, i el Partit del Poble del Paquistan, 54 –la resta, en mans de grups minoritaris.

Havien prohibit que el partit de Khan hi participés i els seus partidaris hi han hagut de concórrer com a independents, cadascun per separat.

El rival de Khan, el tres vegades primer ministre Nawaz Sharif, havia estat àmpliament considerat com el clar favorit i era el candidat preferit del poderós exèrcit del Paquistan, que té una llarga tradició de modelar la política del país. Sharif va suggerir en un discurs a la tarda de divendres que el seu partit provaria de formar un govern de coalició “per treure el país del marasme en què es troba”.

Un futur govern, diuen, podria incloure alguns candidats que concorrien pel partit de Khan. Tots els candidats havien estat obligats per un tribunal a presentar-s’hi com a independents, fet que ara obre la possibilitat que els partits rivals els captin aquests dies vinents.

Això podria convertir les negociacions de coalició en un procés particularment difícil i aprofundir la polarització entre els partidaris de Khan i els seus oponents en aquest país armat amb armes nuclears de dos-cents quaranta milions d’habitants.

Khan, que va ser detingut a l’agost després d’haver estat condemnat per corrupció, encara és a la presó i colgat per moltes demandes judicials. No va poder presentar-se a les eleccions, i el seu partit no té un soci de coalició evident al parlament. El partit de Sharif té un camí més clar cap al poder si pot formar una coalició amb el Partit del Poble del Paquistan, encapçalat per Bilawal Bhutto Zardari, que representa una altra de les famílies polítiques principals del país.

“La vostra enorme participació ha sorprès tothom”, va dir Khan als seus partidaris en un discurs generat per IA divendres a la nit de la presó estant. “Votant, heu posat les bases per a una veritable llibertat.”

Quan Khan va ser arrestat per càrrecs de corrupció al començament de l’any passat, el país va ser testimoni de dies de confrontacions entre les forces de seguretat i els seus partidaris. El govern del Paquistan més tard va comparar aquestes revoltes amb l’atac al Capitoli dels Estats Units el 6 de gener de 2021 per part dels partidaris de Donald Trump.

El partit de Khan va rebutjar aquestes comparacions i va dir que la majoria dels seus partidaris van protestar pacíficament. Així i tot, el PTI ha advertit que potser no podria controlar la fúria dels seus partidaris si allò que percebien com una victòria electoral els era arrabassada.