els nuba, del pitjor costat de la frontera

A veces merece la pena empezar por el principio. Ann Curry, la moderadora, asegura en la presentación que nunca han tenido tanta asistencia ni han despertado tal expectación.

Por el estrado del Council on Foreign Relations pasan destacados profesores, premios Nobel, ex presidentes de países o altos cargos de instituciones. Aquí se produjo el debut neoyorquino de Christine Lagarde como directora del Fondo Monetario Internacional. Pero este martes, en el entarimado, hay un hombre de pelo y barba gris que acapara las miradas.

George Clooney, no el actor, sino el ciudadano, acaba de regresar de un viaje a Sudán. Allá ha descubierto el ruido y el daño reales de los proyectiles.

“Vimos que la gente corría hacia las montañas –recuerda– y nos dijeron que hiciéramos lo mismo. No parecía que fuera a pasar nada, pero al poco cayeron tres proyectiles”.

Clooney vestía traje oscuro, con una corbata a juego sobre el fondo de una camisa clara, conjunto de contraste con el vestuario coronel tapioca que lucía en su vídeo africano.

Estas imágenes contextualizaron la denuncia de crímenes de guerra que Sudán comete sobre la población de las montañas Nuba. Clooney, cofundador de la organización Satellite Sentinel Project, explicó que se trata de una “limpieza identitaria”. Los nuba eran aliados del sur. Cuando el verano pasado surgió Sudán del Sur, ellos quedaron desamparados porque la frontera los dejó en el norte.

“Viven ahí, trabajan la tierra, desde hace siglos”, asegura.

El actor se desplazó ayer a Washington para testificar en el Capitolio y hoy tiene cita con el presidente Barack Obama. Su mensaje es el mismo que el que lanzó en Manhattan. Ha llegado la hora de hacer algo, y este es el momento. Por si el humanitarismo no resulta suficiente, Clooney apela al bolsillo de sus compatriotas. Sudán del Sur ha cortado la producción petrolífera, por el chantaje del norte, donde están las tuberías. La falta de ese oro negro provoca el encarecimiento de la gasolina en EE.UU.

15-III-12, F. Peirón, lavanguardia