*El príncep*, Maquiavelo
Reseña de Miguel Herrero de Miñón
Cabe la lectura humanista e historiográfica de Maquiavelo, cuyos saberes sobre la antigüedad y, más aún, cuyo saber político supone la plena emancipación de este orden de cualquier sistema trascendente. Cabe también una lectura ética, según la cual maquiavelismo y antimaquiavelismo son las dos pautas morales de la política, y no tanto porque nuestro autor sea amoral, sino porque lo es la razón política que se dedica a teorizar. Pero cabe también una lectura aún más radical que permite, a través de Maquiavelo, no juzgar, sino comprender nuestra circunstancia y lo que en ella supone ese poder emancipado y sometido a su sola y autónoma razón. Lo que en El Príncipe nos fascina es que constituye una teoría del poder puro, sin preocupaciones morales ni doctrinales, tratando tan solo de explicar cómo debe comportarse el titular del poder para mantenerlo y acrecentarlo, y hacerlo sin concesiones éticas ni estéticas, de ahí la ausencia de retórica, sino tan solo como pueda ser más útil a su lector.