*El alma del hombre bajo el socialismo*, Oscar Wilde

El alma del hombre bajo el socialismo — Arpa



La original y ambiciosa contribución de un joven Oscar Wilde al pensamiento político. Ensayos sobre filosofía, política, literatura y arte.



En esta colección de ensayos de Oscar Wilde descubrimos una faceta un tanto olvidada del dramaturgo y narrador irlandés, que también rezuma ingenio y una asombrosa erudición. En ellos se manifiestan con toda evidencia sus intereses históricos, filosóficos, políticos y estéticos, así como su incomparable talento para convertir el conocimiento en el placer intelectual más ameno.

Entre los textos más sugerentes reunidos en este libro destaca El alma del hombre bajo el socialismo, publicado en 1891 como una de las piezas más controvertidas y polémicas de su obra. La etapa socialista de Oscar Wilde fue fugaz, lo que no impide que este opúsculo sea una pieza muy singular de su genio creativo: un texto que se integra en el género utópico, donde se proyecta un socialismo poco convencional que huye del marxismo o del anarquismo más revolucionario. Para el autor, el sometimiento de un colectivo generará un nuevo individualismo por el cual el Estado no interferirá en la vida de sus ciudadanos y, aún menos, en la del artista, que gozará de plena libertad para crear.

El presente volumen refleja la original y ambiciosa contribución de Wilde como ensayista y crítico, con textos inéditos en español como En defensa de Dorian Gray (1890-1891) —correspondencia del escritor en respuesta a las múltiples críticas que recibió su obra— o algunas de las reseñas literarias que publicó sobre los grandes pensadores de su tiempo.


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Resumen y sinópsis de El alma del hombre bajo el socialismo de Oscar Wilde

Cuando, en 1881, Wilde publicó El alma del hombre bajo el socialismo logró irritar por igual tanto a sus aristócratas admiradores como a sus jóvenes amigos socialistas. El ataque a la propiedad privada y a ciertas instituciones que Wilde consideraba estrechamente ligadas a ella, como el matrimonio y la familia, enfureció a los primeros ; y su escepticismo sobre la capacidad del pueblo para formular una nueva concepción de la sociedad tenía que chocar contra el puritanismo de los jóvenes fabianos, encabezados por Bernard Shaw, y compartidos por otros grupos que se consideraban únicos herederos del pensamiento de Marx o de Bakunin.

Las premisas asentadas por Wilde en este lúcido panfleto poco tienen que ver con el espíritu decimonónico, nada hay en él de desgarramiento romántico ni de su antítesis, la solemnidad victoriana ; para encontrarles filiación habría que saltar a los estudios realizados cincuenta o setenta años más tarde sobre las formas coercitivas con que la sociedad mutila o aniquila definitivamente a la individualidad. Cuando Wilheim Reich analiza con horror al hombre de la calle que sufre sin rebelarse, que admira a sus enemigos y destruye a sus amigos, parece inspirado en la tesis fundamental de la sociedad socialista concebida por Wilde : «Nadie que quiera conservar su libertad podrá someterse a las exigencias de la uniformidad». «La personalidad perfecta no querrá que los demás sean como ella. Amará a los demás precisamente a causa de su diferenciación.» El hombre, por utópico que parezca, tiene derecho a la felicidad : «El placer es la piedra de toque de la naturaleza, su signo de aprobación. Cuando el hombre es dichoso está en armonía consigo mismo y con todo lo que le rodea».

Pocos críticos han sabido hacer justicia a este aspecto de Wilde tan plenamente como Jorge Luis Borges cuando afirma : «Como Gibbon, como Johnson, como Voltaire, fue un ingenioso que, además, tenía razón».