el Brexit ha deixat la UE sota direcció francesa
Dos días después de su reinvestidura como presidente francés, Emmanuel Macron presentó el lunes pasado en Estrasburgo, ante la Eurocámara, su hoja de ruta para la UE. Pese su fortalecido liderazgo, no le será fácil a Macron avanzar en dos de sus propuestas: la revisión de los tratados y la idea de crear una “comunidad política europea” para hacer más llevadera la larga espera de los países candidatos a entrar en el club europeo.
Macron ha recuperado la vieja y efímera iniciativa de “confederación europea” lanzada por François Mitterrand en diciembre de 1989, un mes después de la caída del muro de Berlín. Este planteamiento lo ha elaborado y defendido entre bastidores el exprimer ministro italiano Enrico Letta –hoy líder del Partido Demócrata–, con el discreto respaldo del actual jefe del Gobierno en Roma, Mario Draghi.
Los que esperan para ingresar en el club europeo tendrían ya garantía de seguridad y acceso al mercado
El problema de Macron es que, en un arrebato de sinceridad poco diplomática, admitió en Estrasburgo que la adhesión de Ucrania a la UE puede llevar “muchos años, en realidad varios decenios”. “Hay que decir la verdad”, dijo.
La decisión de Kyiv no se hizo esperar. Su ministro de Asuntos Exteriores, Dmitro Kuleba, advirtió que “la adhesión de Ucrania a la UE es una cuestión de guerra o paz en Europa”, y recordó que una de las razones de la invasión rusa fue que “Putin estaba convencido de que Europa no necesitaba a Ucrania”.
El propio presidente Volodímir Zelenski, en un coloquio por videoconferencia con alumnos del instituto Sciences Po de París, mostró su disgusto con las palabras de Macron. “Nuestra entrada no podrá sino reforzar la UE –subrayó–. No se nos puede mantener a distancia”. Siempre hábil comunicador, Zelenski empleó una metáfora para reforzar sus argumentos: “No podemos quedarnos en la incertidumbre de manera permanente. Es como si en una mesa donde está toda la familia reunida, tú eres un invitado pero no te han puesto silla. Es injusto”
Al explicar su propuesta y la génesis de 1989, Macron recordó que la “confederación” concebida por Mitterrand pretendía incluir a Rusia, pero pronto se vio que eso era irrealizable, por “demasiado precoz” y porque “era inaceptable para los estados que acababan de liberarse del yugo soviético”. Ahora, obviamente, esa participación rusa es aún más impensable.
Son muchas las incógnitas que planean sobre la nueva iniciativa. En realidad, esta comunidad política europea serviría como antecámara, como confortable sala de espera, para los candidatos a integrarse en la UE. Además de Ucrania, hay otros ocho: Georgia, Moldavia, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Serbia y Kosovo. Si se aceptara su idea, Macron piensa que estos países candidatos encontrarían “un nuevo espacio de cooperación política, de seguridad, de cooperación en materia energética, de transporte, de inversiones, de infraestructuras y de circulación de personas”.
Según Letta, esta arquitectura continental haría que, en cada cumbre europea, los líderes de los Veintisiete se reunieran con sus homólogos de los nueve países candidatos, un formato 27+9 institucionalizado. Sería un modelo de funcionamiento semejante al G-20. Para el dirigente italiano, que parece el cerebro en la sombra del plan, este vínculo ayudaría a atenuar la frustración de la espera, como ya sucedió con Polonia, Chequia, Hungría y otros países del Este. Podría suponer una incorporación progresiva al mercado único e incluir una cláusula de asistencia mutua, como la que ya existe entre los socios de la UE, en caso de agresión externa. Esa garantía haría innecesario el ingreso en la OTAN y facilitaría una salida a la guerra ucraniana.
Tras reunirse con Macron en Berlín, el canciller Olaf Scholz tuvo una actitud educada y calificó de “muy interesante” la idea de su huésped, pero ello no significa que acabe prosperando y logre pronto consenso.
El semanario L’Express ha escrito que Macron “espera ser el director de orquesta de una transformación europea que se ha hecho indispensable por la agresividad de Vladímir Putin”. Hay sin embargo escepticismo sobre la viabilidad de la hoja de ruta del Elíseo. “Queriendo forzar la unidad, Macron se arriesga a la división”, alertó Le Monde en su editorial. Y Le Figaro constató que, con la apuesta de construir una unión a la carta, de círculos concéntricos, se corre un peligro porque, por esa vía, “esta Europa no será jamás una potencia política”.