París, 10/10/2021 lavanguardia
Zemmour, el Trump (u Orban, o Kaczyński, ...) a la francesa
Zemmour obsesiona a Francia
La carrera hacia el Elíseo
El escritor ultra es comparado con Trump y se sitúa en el centro del debate políticoZemmour tiene una legión de admiradores que promueve su candidatura presidencial, incluso con carteles en las calles, pero él no la ha oficializado todavía
Quizás se trate de una burbuja, pero no es una anécdota. Los sondeos avisan sobre el potencial de Éric Zemmour si oficializa su candidatura al Elíseo. El ensayista es la encarnación de una especie de trumpismo a la francesa, más intelectual pero no menos provocador que la marca original. Ha logrado situarse en el centro del debate político, a seis meses de las elecciones presidenciales, con su mensaje ultranacionalista y populista, ferozmente identitario, antimusulmán y apocalíptico sobre el destino nacional salvo que haya un brusco golpe de timón.
El lunes pasado, 3.700 personas pagaron una entrada de entre 24 y 44 euros para ir a escuchar a Zemmour en el palacio de congresos de París. El escritor debatía con el filósofo Michel Onfray, un hombre procedente de la izquierda que hoy defiende ideas soberanistas radicales, algunas muy próximas a las de Zemmour.
El último libro del candidato putativo al Elíseo, La France n’a dit pas son dernier mot (Francia no ha dicho su última palabra), encabeza la lista de los más vendidos en la categoría de no ficción. La campaña de promoción semeja un tour electoral, con los problemas de orden público que ello acarrea. Ayer la policía antidisturbios hubo de dispersar por la fuerza a los manifestantes que protestaban por su presencia en Ajaccio, en Córcega. Hubo escaramuzas entre partidarios y detractores.
El discurso del escritor es apocalíptico sobre
el destino nacional, ferozmente identitario y antimusulmán
Sería reduccionista etiquetar a Zemmour solo como mero ultraderechista. Es algo más complejo. Los analistas recurren a menudo a la comparación con Trump. “Como Trump, Zemmour habla sin filtro, pero, al contrario que él, ha leído a Maquiavelo”, advierte en un editorial el último número del semanario L’Express.
Las personalidades de Zemmour y Trump no podrían ser más dispares, hasta en su aspecto físico. El arma preferida del exmandatario estadounidense es el tuit, la síntesis extrema, sin matices. El polemista francés desgrana sus ideas en libros voluminosos, cargados de referencias históricas y filosóficas, si bien no desdeña las redes sociales y ha construido su éxito reciente en una tertulia diaria en la cadena privada CNews.
En el campo de las ideas, sin embargo, los paralelismos entre Zemmour y Trump son evidentes: el retorno obsesivo a la nación, la dureza contra los inmigrantes, la sospecha sistemática –cuando no la hostilidad abierta– hacia los musulmanes, el rechazo a conquistas sociales como la igualdad entre géneros y el desprecio a las élites que gobiernan.
Zemmour atrae a un público de derechas, urbano y formado que veía de mal gusto votar a Le Pen
Zemmour habla del “suicidio de Francia” (el título de su libro publicado el 2014), causado por una inmigración desbocada, sobre todo procedente de África. Él reivindica al general De Gaulle, de quien suele recordar que prefirió otorgar la independencia a Argelia, en 1962, antes que incorporarla con todos los derechos a la República, pues temía que Francia quedara pronto desnaturalizada y desequilibrada por la pujanza demográfica imparable de la población musulmana en su interior.
El escritor transmutado en político de facto asume los postulados del llamado “gran reemplazo”, una teoría, muy apreciada por la ultraderecha xenófoba, según la cual existe un plan para sustituir a la población original europea, de tradición judeocristiana, por los nuevos llegados de otras partes del mundo, entre los que predominan los musulmanes.
La encuesta de Harris Interactive que, hace pocos días, colocó por primera vez a Zemmour por delante de Marine Le Pen en intención de voto hacía un análisis interesante de lo que está ocurriendo. Zemmour está atrayendo mucho apoyo de la derecha tradicional –de quienes votaron a François Fillon en el 2017– y también de personas con formación, de extracción urbana y de edad madura que, hasta ahora, eran reacias a votar por Le Pen porque lo consideraban de mal gusto, propio de clases populares rurales y jóvenes poco ilustrados. Para estos nuevos adeptos a Zemmour, mostrarle respaldo pasa a ser algo respetable e incluso chic.
Macron replica a Zemmour y defiende la Francia “universalista y generosa”
Zemmour ha dicho varias veces que Le Pen no podrá ganar nunca las elecciones porque en su desastroso debate con Macron, en el 2017, demostró sus lagunas de conocimiento. “Todo el mundo lo sabe y ella también”, suele afirmar, con fría crueldad hacia la líder del Reagrupamiento Nacional (RN), ex Frente Nacional.
El presidente Emmanuel Macron empieza a dar señales de que teme a Zemmour. Para combatirlo, se está erigiendo en garante de Francia como “gran país universalista y generoso”, patria de los derechos humanos. Lo dijo en una entrevista con el diario regional Midi Libre y también en una reunión con jóvenes africanos, el viernes, en Montpellier. Según Macron, Francia “posee una vocación legítima de defender sus intereses, su seguridad y sus equilibrios, pero al mismo tiempo tiene una vocación universalista y una generosidad”. “Yo defiendo ese equilibrio –agregó el jefe de Estado–. Pienso que esta es nuestra vocación histórica”.
Zemmour replicó al presidente acusándole de “querer disolver a Francia en África”. “Que Uagadugú siga siendo Uagadugú y que Montpellier siga siendo Montpellier”, tuiteó.
El polemista Zemmour supera ya a Le Pen en un sondeo francés
Macron volvió a reforzar su perfil humanista, ayer, en la conmemoración en el Panteón del 40.º aniversario de la abolición de la pena de muerte en Francia, el país de la guillotina. El titular del Elíseo anunció que el año próximo, durante la presidencia francesa de la UE, organizará una reunión internacional con representantes de las sociedades civiles y líderes abolicionistas de estados donde aún está en vigor la pena capital, con el objetivo de convencer a sus gobiernos de que la supriman.
Esta iniciativa es otra respuesta indirecta a Zemmour, que se dice “filosóficamente a favor de la pena de muerte” y acusa a los gobernantes franceses de ser hipócritas porque la continúan aplicando cuando ordenan ataques selectivos, en África y Oriente Medio, contra supuestos yihadistas.
Francia asiste a un extraño e inquietante fenómeno político. El escritor y polemista de extrema derecha Éric Zemmour, que aún no es oficialmente candidato a presidente pero actúa como tal, está subiendo como la espuma en las encuestas. Un sondeo publicado ayer sitúa a Zemmour, por primera vez, por delante de Marine Le Pen, un sorpasso que, de consolidarse, alteraría por completo la carrera hacia el Elíseo a seis meses de las elecciones.
Desde el 2013, todos los estudios demoscópicos mostraban que Le Pen llegaba a la segunda vuelta de los comicios. Ayer esta tendencia comenzó a cambiar, lo que supone una sacudida política considerable y cuestiona el liderazgo en el Reagrupamiento Nacional (RN, ex Frente Nacional), donde la preocupación crece ante la perspectiva de un auténtico descalabro el próximo abril.
El aspirante oficioso al Elíseo habla de guerra civil y quiere frenar en seco la inmigración
A Zemmour se le atribuye entre el 17% y el 18% de votos en un sondeo de Harris Interactive para el semanario Challenges . Eso supone el segundo lugar, lo que le colocaría en la segunda vuelta, la definitiva, frente al presidente Emmanuel Macron, el cual encabeza cómodamente las preferencias, con entre el 24% y el 27% de respaldo. Le Pen queda relegada al tercer puesto, con un apoyo entre el 15% y el 16%. En la segunda vuelta la predicción de Harris Interactive es de 55% para Macron y 45% para Zemmour.
Otra encuesta, de Elabe para la cadena BFM-TV, da a Zemmour entre 13% y 14%, aún por debajo de Le Pen (16%-18%), pero reduciendo distancias con rapidez.
Los aspirantes de la derecha tradicional, que orbitan en torno a Los Republicanos (LR), están por debajo de estas cotas. Xavier Bertrand, presidente regional de Altos de Francia (norte), es el mejor situado (13% en los dos sondeos). Van rezagados la presidenta de Île de France (región parisina), Valérie Pécresse, y el exnegociador del Brexit, Michel Barnier.
La izquierda, aún más dividida, se halla peor. Jean-Luc Mélenchon alcanza entre el 7% y el 11%. El ecologista Yannick Jadot oscila entre el 6% y el 9%. La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, no pasa del 5% o el 6%. En estas condiciones, las posibilidades de que un candidato de izquierda alcance la segunda vuelta son, hoy por hoy, muy remotas.
El fenómeno Zemmour es, en gran medida, un producto mediático. La prensa y, sobre todo, las cadenas televisivas de información continua, como CNews y BFM-TV, en competencia feroz entre ellas, han hinchado la burbuja. Están dando desde hace meses un protagonismo desproporcionado al escritor. Todas las tertulias hablan de él.
Zemmour aprovecha la presentación de su nuevo libro, La France n’a pas dit son dernier mot (Francia no ha dicho su última palabra) para recorrer el país. Le reciben siempre auditorios masivos que aplauden sus tesis catastrofistas sobre el declive del país, la incompatibilidad entre la República y el islam, el alto riesgo de guerra civil y la necesidad de frenar en seco la inmigración para evitar el suicidio de la nación francesa.
El escritor, nacido hace 63 años en una familia judía asentada en Argelia, dice que anunciará su candidatura cuando lo vea oportuno. Mientras, disfruta de los focos y de su condición de gran perturbador de la política francesa.