covid-19: Suècia, una estratègia basada en el seny dels ciutadans
- El buen tiempo propicia imágenes de restaurantes abarrotados y el Gobierno avisa que puede obligarlos a cerrar
El sol y las temperaturas agradables han sido los protagonistas de las ruedas de prensa del Gobierno sueco esta semana. El buen tiempo ha llegado a Escandinavia después de meses de frío y oscuridad, y la primavera se ha convertido en la principal amenaza para la particular estrategia sueca contra el coronavirus, que se basa en las recomendaciones y el buen juicio de los ciudadanos.
“El sol brilla en casi todo nuestro hermoso país, pero ni las horas de sol ni la temperatura deben determinar si escuchamos o no las recomendaciones de las autoridades”, avisó el martes el primer ministro, Stefan Löfven, que añadió que “no es momento de relajarse” porque la situación sigue siendo grave. Ayer, el ministro del Interior, Mikael Damberg, repitió e intensificó el mensaje, dirigido específicamente a los bares y restaurantes, enojado por las imágenes de terrazas abarrotadas. “Dejadme ser extremadamente claro: no quiero ver aglomeraciones en las terrazas de Estocolmo ni en ningún otro lugar”, reprendió en una rueda de prensa junto a la alcaldesa, Anna König Jerlmyr, que advirtió de que el ayuntamiento incrementará las inspecciones y cerrará todos los locales que no garanticen la distancia de seguridad entre clientes. El Gobierno ha pedido a todos los municipios del país que hagan lo mismo.
La relajada estrategia sueca se basa en recomendaciones y en el buen juicio de los ciudadanos
Las ciudades suecas muestran estos días la vitalidad propia de la primavera, sin muchos indicios de que el país esté en plena epidemia: apenas se ven mascarillas por la calle, tampoco en los comercios, y grupos tanto de jóvenes como de ancianos se reúnen para pasear, comer o tomar un café en las terrazas soleadas, pese a que el Gobierno insta a los mayores de 70 a quedarse en casa y a minimizar el contacto con otros. “Si sale el sol, el sueco no se queda en casa”, resume Christian, vecino de Malmö.
“Los vecinos han empezado a relajarse y a disfrutar del calor y el sol primaveral. Pero las restricciones no son consejos, son normas”, remarcó ayer la alcaldesa de Estocolmo. Aseguró que las autoridades locales tienen suficiente capacidad para inspeccionar los 1.500 restaurantes con terraza de la capital y, además, animó a los ciudadanos a informar de irregularidades a través de una aplicación móvil.
Estocolmo es el principal foco de la infección, con un 40% de los casos confirmados de la Covid-19 y más de la mitad de los muertos. Suecia registró ayer su récord en nuevos casos por coronavirus: 817. Con 10,1 millones de habitantes, tiene confirmados unos 17.500 contagios y 2.152 muertos, lo que lo sitúa como el país nórdico con peores cifras y entre los 10 países europeos con la ratio de mortalidad más elevada (213 muertos por millón de habitantes). Aun así, el mensaje de las autoridades viene siendo relativamente optimista, asegurando que se observa un aplanamiento de la curva de contagios y que los hospitales no están saturados. Desde las últimas horas, sin embargo, se puede percibir un cierto cambio en el tono y el mensaje, quizá motivado por estas señales de relajamiento, y han remarcado que la situación sigue siendo muy grave y el sistema de salud está bajo una gran presión.
El Gobierno sueco ha depositado toda su confianza en la Agencia de Salud Pública, con Anders Tegnell al frente, el epidemiólogo jefe de este organismo independiente, que se ha convertido en la cara visible de la crisis. Con su porte siempre serio y de hombre muy seguro de sí mismo, Tegnell ha defendido por activa y por pasiva que la estrategia sueca es mucho más sostenible en el tiempo que las medidas drásticas en otros países (como los vecinos nórdicos), que alerta que pueden sufrir un segundo pico de casos a medida que vayan reactivándose. El epidemiólogo sueco ensalza el hecho de que el Ejecutivo ha basado sus decisiones en los consejos de los expertos, mientras que otros gobiernos han tomado decisiones puramente políticas. Pone como ejemplo el cierre de fronteras, que asegura que es un “sinsentido” y no se puede justificar desde una perspectiva científica. De hecho, las agencias de salud pública de Dinamarca y Noruega (ambos fueron de los primeros en cerrar fronteras) afirmaron que la medida no figuraba entre sus recomendaciones y que fue una decisión política del Gobierno.
Suecia mantuvo las fronteras abiertas hasta mediados de abril, cuando la UE impuso una restricción general para las personas procedentes de países extracomunitarios. También mantiene las escuelas abiertas (hasta los 16 años) y los comercios, y sólo prohíbe las concentraciones de más de 50 personas, así como las visitas a residencias de ancianos. Y Tegnell insistió ayer en que no hay previsiones de que nada cambie a corto plazo.