las Falkland (Malvinas), mejor protegidas del anexionismo argentino

Santa Elena sirvió de remota cárcel y primera sepultura de Napoleón, pero ahora puede ser la tabla de salvación de los kelpers,los habitantes de las Malvinas. El Gobierno británico construye en esta isla en medio del Atlántico un gran aeropuerto que garantizará un puente aéreo estable entre Londres y las Malvinas, reclamadas insistentemente por Argentina.

La construcción del aeropuerto es una anhelada reivindicación de los cerca de 5.000 santaelenos, que ahora sólo pueden entrar y salir en barco de esta pequeña isla de soberanía británica, a 2.800 kilómetros de Angola. El proyecto fue anunciado en el 2005 pero quedó congelado tres años después por la crisis. Sin embargo, a finales del año pasado, Londres volvió a dar luz verde a la obra, que costará 240 millones de euros y será desarrollada por una empresa sudafricana.

La nueva infraestructura no ha pasado desapercibida en Buenos Aires, pese a que oficialmente el Ejecutivo de David Cameron no ha vinculado el aeropuerto con el contencioso de las Malvinas, que están a más de 6.000 kilómetros de Santa Elena y a casi ocho horas de vuelo. Sin embargo, todo lo relacionado con las Malvinas es un tema sensible en Argentina, y más en el año que se cumple el trigésimo aniversario de la guerra de 1982. Por este motivo, el Gobierno de Cristina Fernández ha intensificado en los últimos meses su perenne campaña en todos los foros internacionales para obligar al Reino Unido a negociar la soberanía del archipiélago.

En diciembre, Fernández comprometió a sus socios del Mercosur para que impidan que ningún barco con bandera malvinense recale en sus puertos, lo que motivó la protesta de Cameron y llenó de temores a los kelpers."Crea un nivel de incertidumbre, y la incertidumbre inquieta a la población aquí", dijo la semana pasada a The Times el gobernador de las Malvinas, Nigel Haywood.

El miedo de sus habitantes es que Argentina impida ahora el único vuelo comercial entre el continente americano y el archipiélago, que una vez por semana conecta la ciudad patagónica chilena de Punta Arenas con la base militar de Mount Pleasant, en las Malvinas, una fortaleza construida tras la guerra y cuya población flotante de soldados es un secreto, pero se da por hecho que duplica a los 3.000 kelpers.

Varios funcionarios kirchneristas piden presionar a Londres suspendiendo el vuelo, que requiere de autorización argentina pues sobrevuela su territorio. "No habría que descontar ninguna de estas alternativas para que se reencause la negociación diplomática", indicó recientemente Jorge Argüello, nuevo embajador de Argentina en EE. UU.

Otro vuelo, de carácter militar, conecta las Malvinas con Londres semanalmente, haciendo escala en la base militar de la isla Ascensión, situada a 1.300 kilómetros de Santa Elena, y que forma parte del mismo territorio administrativo de Ultramar.

La escalada diplomática vivió ayer un nuevo episodio. El ministerio de Defensa británico anunció el envío a las Malvinas de uno de sus más modernos destructores, que oficialmente reemplazará a otro buque de guerra destacado en el Atlántico Sur. "Las islas no son negociables", reiteró ayer el secretario de Estado de Exteriores, Jeremy Browne.

Con el nuevo aeropuerto de Santa Elena los kelpers respirarían tranquilos, y los santaelenos también. Unos 400 habitantes de las Malvinas son helenos,como allí los llaman, y constituyen su primera minoria étnica. La mayoría realiza los trabajos más duros, como los chilenos, que ya conforman la décima parte de la población malvinense.

En Santa Elena esperan que su aeropuerto los saque del aislamiento e incremente el número de turistas que cada año llegan siguiendo el rastro de Napoleón, confinado en la isla el 15 de julio de 1815, donde murió seis años después. El emperador fue enterrado en la isla hasta el traslado de sus restos a París, en 1840. Los santaelenos prevén pasar de 900 turistas anuales a 30.000.

La inauguración del aeropuerto quiere hacerse coincidir con el bicentenario del segundo exilio de Bonaparte. Napoleón tendría que haber esperado 200 años para escapar rápidamente de Santa Elena, como logró hacer en su primer exilio en la isla de Elba.

1-II-12, R. Mur, lavanguardia